Hora del té
me invitaron a su merienda
la Liebre de Marzo y el Sombrerero Loco
se averió el reloj tal como en el libro
pero no hay Conejo Blanco
y, por si acaso, no lo toco
No sé qué es lo que espero
la mesa está tensa
mi guardia baja
aunque no me llamo Alicia
en los personajes de mi infancia confío
no noto que la tarde
a lo lejos se resquebraja
Inicia el reparto de cartas
el ambiente se llena
sigo ajena a las cómplices miradas
si de por sí soy mala en los juegos
en este llegué perdiendo de entrada
El pastel se sirve en medio
y el té está frío
pero no decimos nada
todo avanza hasta que,
aburridos,
pensamos que es mejor
jugar adivinanzas
Con la primera me río
incluso me dolió la panza
escucho el chiste de la Liebre
y de un segundo a otro
la situación no da más gracia
Mis ojos permanecen
en la torre de naipes que armaba
¿fue el viento que la derribó?
¿o fueron quienes me acompañaban?
La decepción toca
el punto cúlmine
estado máximo
entonces el Sombrerero suelta
el último de los daños
Esta merienda tenía un motivo
no se trataba de un no-cumpleaños
ambos querían confesar
que quemaron mi casa de sábanas
la volvieron cenizas
el agujero en el corazón
alcanzó el mayor de los tamaños
hasta hizo temblar mi silla
Suena el reloj otra vez,
la señal que esperaba,
anuncia la trágica partida
lo golpean con fuerza
se calla
pero deja de tener vida
Me voy
veo con desprecio
rosas rojas que solían ser blancas
avanzo mientras todo se apaga
y antes de irme
arranco el último girasol de la entrada